19 de febrero de 2008

Científicos Evangelistas sustituyen la gravedad por una teoria de la Caída Inteligente

Evangelical-Scientists-C

Al igual que pretenden refutar la evolución con el D.I., algunos científicos de esta secta cristiana pretenden sustituir la Ley de la Gravitación Universal por una Teoría de la Caída Inteligente. "Things fall not because they are acted upon by some gravitational force, but because a higher intelligence, 'God' if you will, is pushing them down," said Gabriel Burdett, who holds degrees in education, applied Scripture, and physics from Oral Roberts University. Estos SI que están del Tomate.


Nota Original en Inglés

15 de febrero de 2008

Más allá del Principio Divino

Prólogo al «Tratado de ateología» de Michel Onfray, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 2005.

Michel OnfrayLos difíciles momentos de cambio que estamos viviendo indican que ha llegado la hora de repensar si es posible liberarnos de las moralinas que en nombre de lo divino atentan contra el deseo y la razón, tal como propone Michel Onfray en este lúcido libro. Oscuros dispositivos religiosos promueven simulacros como si fueran realidades. Los tres grandes monoteísmos vigentes atentan contra el cuerpo, el placer y la vida. Se pliegan así a un nihilismo negativo que cree en ficciones, inventa culpas y produce sometimiento. Sin embargo, se puede pensar en un crecimiento fructífero y poderoso que emanaría de un nihilismo positivo, cuya inmanencia despojaría al cielo de falsos dioses y reforzaría la voluntad de existir. Tomaríamos distancia así de las posiciones metafísicas que nos emborrachan con el fiero aliento de los fanatismos trascendentes.

La astucia del accionar teocrático no sólo reafirma el engaño conceptual de los creyentes, ha inseminado también los estamentos laicos. Es cierto que algunos monoteísmos encuentran adhesiones menos ostentosas que en otras épocas. Pero siguen convocando multitudes ante la muerte de un líder, siguen manteniendo cruzadas religiosas suicidas, siguen invocando principios divinos para expropiar, excluir, torturar, matar. Se esgrimen ideales teocráticos tanto para enjuiciar las cotidianidades humanas como para justificar las guerras soeces. Pues, según el autor, a pesar de los infantilismos conceptuales, la crueldad con los no adherentes, las contradicciones ontológicas y la moral pacata, las grandes religiones gozan de buena salud. Lejos están de debilitarse y sus súbditos de insubordinarse. Hasta los laicos –por infiltración cultural– asumen sus códigos domesticadores. Esos principios morales soterradamente propuestos por los delirios apolíneos de los monoteístas, que son enemigos naturales del amor pleno y de las alegrías sin sordina.

Sostiene Onfray que la influencia de la normativa cristiana circula por el entramado social. Incide en valoraciones y decisiones amordazando los sentidos, acallando los deseos, atacando la emancipación personal y promoviendo la intolerancia. Sorprendentemente el judaísmo y el islamismo sucumbieron, sin mucho esfuerzo, a la corriente moralizadora cristiana. De modo tal que los valores enarbolados por los tres monoteísmos constituyen una coacción sobre los sujetos. Y no sólo en el interior de las instituciones religiosas: esa imposición está presente también en los sistemas jurídicos, médicos, militares, pedagógicos, científicos, políticos y sociales.

La pulsión de muerte que moviliza a los artífices de la unicidad divina no se detiene en los límites de cada religión, señala el autor. Se expande por la historia e infecta la cultura. El baño metafísico en el que los poderes religiosos sumergen a sus fieles inunda a la sociedad en su conjunto. La normatividad cristina –burda copia desangelada de ideales paganos– demostró ser tan eficaz para el dominio, que sirvió de modelo no sólo a los demás monoteísmos, alcanzó también a las instituciones laicas que –con distintos grados de discernimiento– se dedican a someter a las personas.

La crítica de Onfray llega hasta el psicoanálisis, que a pesar de ser tan crítico en sí mismo, se ha plegado –se supone que inconscientemente– a una moral religiosa fisgona de las libertades corporales. De hecho, podemos acordar que la nueva teoría sexualizó la culpa y culpabilizó clínicamente ciertas elecciones sexuales. Freud no descontextualizó el estudio de la histeria. Esta neurosis de alto contenido sexual, como todas las patologías por él estudiadas, se inscribe en un marco teórico referencial construido por Freud, aunque acorde con ciertos supuestos pequeño-burgueses que imperaban en su época. Es verdad que muchos de esos supuestos se perturbaron con sus teorías. Pero no pudo prescindir del imaginario en el que persistían. La satisfacción sexual “normal” debe provenir de la relación con un objeto de deseo (otro sujeto) heterosexual y consumarse de manera casi bíblica. En consecuencia, si la idea regulativa de satisfacción sexual es el modelo planteado, se infiere que quien no observa tal conducta y se excita sin consumación tradicional, es un histérico o un perverso. El equivalente clínico de un pecador, un impío o un inmundo para los diferentes monoteísmos.

En otro orden de cosas, Onfray atiende a los fundamentos de la lógica jurídica, que se derivarían de las primeras líneas del Génesis. La desobediencia de quienes quisieron saber tanto como Dios –para ser capaces de ejercer el mismo tipo de poder– desató la ira divina. El padre adorable se transmutó en juez detestable. Condenó a sus criaturas a la vergüenza, el trabajo, el dolor de parto, la impotencia, el sufrimiento, la sumisión de las mujeres y la miseria sexual. El derecho positivo, aunque se hace pasar por laico, surge de la episteme judeocristiana. Los hombres de la ley, a pesar de que frecuentemente se proclaman ateos, se pliegan a esa episteme con sus prácticas discursivas. Cuanto más incrédulos son, más se  aferran con uñas y dientes instintivamente a las valoraciones morales coercitivas provenientes de los teísmos.

Ya Immanuel Kant decía que nadie puede demostrar la existencia de Dios, aunque tampoco su inexistencia. Ahora bien, Onfray apunta que si la existencia de Dios impidiera el odio, la mentira, la violación, el saqueo, la violencia, el desprecio, la corrupción, la paidofilia, el infanticidio, en fin, el resentimiento y la maldad, los altísimos jerarcas religiosos y sus ejércitos de rabinos, imanes, curas y creyentes descollarían por sus virtudes. Ello, al menos, demostraría a los ateos la excelencia moral del estatus religioso. Sus comportamientos ejemplares serían una prueba irrefutable de que algo superior conduce sus acciones. Lejos estarían de someter sexualmente a las personas, de alentar masacres suicidas o de invadir territorios ajenos. Sin embargo, en sus alforjas históricas llevan personas calcinadas en hogueras, pueblos sometidos en nombre de guerras santas y discriminaciones avaladas por supuestas verdades religiosas. La prueba de la existencia de tales verdades se reduce a la suma de errores repetidos.

Friedrich Nietzsche, recordemos, se pregunta: “¿Qué es la verdad?”. Y propone: un vivaz ejército de metáforas que a fuerza de ser transmitidas, adornadas y repetidas, después de un largo uso, a un pueblo le parecen definitivas, canónicas y obligatorias. Las verdades son ilusiones con respecto a las cuales se ha olvidado que son inventos de quienes ejercen el poder. Esas metáforas han ido desgastándose paulatinamente y perdiendo fuerza sensible hasta terminar imponiéndose como designio irrefutable.

Así, Pablo de Tarso creyó –dice Michel Onfray– que una voz sobrenatural le ordenaba sembrar el odio por el mundo. Odio a los no cristianos, a las mujeres y a la carne. No se encuentra por cierto más libertad en los otros monoteísmos. El significado de “musulmán” es “sometido, subordinado a los mandatos de Dios y de Mahoma”. Por su parte, los judíos sufren el imperativo de actuar siguiendo las prescripciones milimétricas de la Torá. Las religiones necesitan sujeción, incultura e ignorancia. Así se expanden, aseguran su existencia y –a veces– hacen desaparecer a quienes no adhieren a ellas.

Nuestro autor se solaza con reconstrucciones de este tipo. Su reflexión desmonta los principales mitos de las tres grandes religiones: el cristianismo, el judaísmo y el islamismo. El análisis devela miserias, ironías y contradicciones como quien despliega, ante asombrados ojos, una variada colección de joyas conceptuales. Se descubren intrincados dispositivos de poder que originaron y sustentan los dogmas religiosos. Onfray no desatiende tampoco la mala conciencia de los creyentes. No porque se mientan a sí mismos siendo conscientes de su impostura, sino porque sustentan una falsa representación acerca del estado de las cosas, sin ser conocedores del autoengaño. Afirman que es verdadero lo que creen y creen que es verdadero lo que afirman. La enunciación construye la verdad autenticando el extraño poder de un lenguaje que, al afirmar, convierte en real lo que enuncia.

“Los declaro marido y mujer”, dicho por la persona adecuada en una situación apropiada, instaura una realidad. De manera similar se instauran, desde lugares autoritarios, procedimientos intimidantes que mantienen a los fieles en el espíritu de rebaño, constituido por seres obedientes que contribuyen al reposo, el solaz y el enriquecimiento de los pastores.

En el presente libro se despliega una física de la metafísica y, como solución contra los devaneos místicos, se propone una ateología, concepto que, no ingenuamente (si se lo piensa desde las relaciones de poder), carece de sinónimo positivo. Esta física es abordada por Onfray mediante una deconstrucción histórica y política, que va dejando al descubierto las trampas de los monoteísmos en general y del cristianismo en particular. El autor considera que la teocracia es un dominio que va más allá de lo religioso e impregna con su pulsión de muerte a la sociedad civil. Su Tratado de ateología culmina con una bibliografía no tradicional en la que los textos se citan en medio de amenos e ilustrativos relatos. De este modo, la reflexión traspasa los límites de las cuatro partes en las que se divide la obra.

En el transcurso de la lectura se descubren valores que atraviesan a todas las religiones monoteístas, sin negar por ello sus obvias diferencias. Las tres manejan el arte de engañar a sus fieles, cercenar sus libertades, domesticarlos y someterlos inculcando la intransigencia con el pensamiento diferente. El cristianismo, el judaísmo y el islamismo, como si se hubieran puesto de acuerdo, desestiman la condición femenina, desprecian el cuerpo y descalifican los goces mundanos. Dios ama las vidas mutiladas, aunque promete edenes posmortales y defiende una moral al servicio del dominio. Impone a sus prosélitos sacrificios que les ahorra a sus dirigentes y enseña verdades que únicamente las jerarquías religiosas pueden extraer de los textos sagrados. Curiosamente, las tres grandes religiones enarbolan un libro único. Resulta paradójico que aunque no son el mismo texto para cada una de ellas, los tres registran gran similitud en sus mitos, irracionalidades, humillaciones para sus acólitos y anatemas contra los infieles.

Sin embargo, si el poder únicamente reprimiera, no podría mantenerse. Seduce con embelecos de ambos mundos. Hubo judíos que resistieron de manera militante la invasión romana. Los cristianos de la época de Constantino vieron crecer desmesuradamente su poderío político. Nuestros contemporáneos islámicos se inmolan para destruir a sus enemigos mundanos convencidos de estar adquiriendo un pasaje al paraíso. Incluso, el estallido musulmán en Irán en el siglo XX confundió –incomprensiblemente– al propio Michel Foucault.

El filósofo creyó que el ayatolá Jomeini representaba una insurrección positiva contra los sistemas de dominio occidental. Juzgó sus primeras acciones públicas como una forma moderna y original de rebelión. Es increíble que un pensador que denunciaba exclusiones de todo tipo se haya subyugado con un represor cuyo accionar –aunque más no fuera por la ideología que sustentaba– inevitablemente activaría todo lo que el pensador francés había combatido: discriminación sexual, sometimiento de las minorías, encarcelamiento de marginales, eliminación de diferentes, interrogatorios violentos, sistema carcelario, asesinato de disidentes, disciplinamiento de cuerpos y sociedad punitiva. De todos modos, se impone una aclaración: a los pocos meses de su encandilamiento con el movimiento fundamentalista, Foucault realizó una dura autocrítica acerca de su injustificable error de apreciación política.

El desfile de horrores se agudiza cuando Onfray denuncia las connivencias entre el Vaticano y Hitler, o la sangrienta toma de territorios por parte de los judíos, o las embestidas sanguinarias de los islámicos, entre otras incongruencias de quienes, por profesar creencias eternales, esperaríamos caridad, tolerancia y solidaridad. Y aunque no está explícito, de lo dicho se desprende que atropellos como los del actual imperio y sus aliados también están impulsados por intereses de raigambre teocrática en beneficio, en este caso, de los cruzados posmodernos.

Pero tanta denuncia exige salidas posibles. La propuesta ofrecida por Onfray es tan apasionada como el estilo que atraviesa de punta a punta su investigación. Se trataría de comenzar a descristianizar nuestra episteme sin ligerezas ni frivolidades, de trabajar sobre las representaciones sociales y educar las conciencias en vistas a una razón ampliada que superara las ignominias de la propuesta teológica. Esto se lograría, según el autor, con la promoción de un laicismo poscritiano, capaz de superar al actual ateísmo demasiado impregnado todavía de lo mismo que pretende combatir. Quienes tomen la posta del nuevo ateísmo deben saber que toda promoción metafísica o religiosa tiene la posibilidad de invadir nuestras instituciones y nuestras subjetividades. En función de ello, se debe estar conceptualmente en estado de alerta. Se trataría de una especie de vigilancia epistemológica del ateísmo, de una tarea militante y opuesta a cualquier elección entre cristianismo, judaísmo o islamismo.

Un principio divino es sólo un conjunto de palabras. No hay entidad que lo sostenga. Más allá no hay nada. Pero en este mundo, en la contundente realidad de la inmanencia, existen pensamientos alternativos a la filosofía teocrática hegemónica. Existen sujetos alegres que aman la vida. Hay materialistas, cínicos, hedonistas, sensualistas, dionisíacos. Ellos –señala Michel Onfray– saben que sólo tenemos un mundo y que al negarlo nos arrojamos a la pérdida de su uso, disfrute y beneficio.

Esther Díaz

12 de febrero de 2008

Benedicto XVI, la Sapienza y Galileo a la luz de Physics Today

Miguel Lorente Páramo

La polémica surgida con motivo de la finalmente no acontecida visita de Benedicto XVI a la universidad romana de La Sapienza ha reavivado, una vez más, la polémica en torno al caso Galileo. El manifiesto en contra de la presencia de Benedicto XVI en la universidad aludía a las valoraciones hechas en 1990 por el entonces cardenal Ratzinger en relación al caso Galileo. Un artículo aparecido en Physics Today en diciembre de 2007 nos permite valorar y entender algunas de las consideraciones de Ratzinger en el discurso que ha sido ocasión para atrubuirle una actitud intransigente. Por Miguel Lorente Páramo.

Benedicto XVI, la Sapienza y Galileo a la luz de Physics Today

Recientemente el Rector de la Universidad "La Sapienza" de Roma, Renato Guarini envió una invitación al Papa Benedicto XVI para que impartiese la "Lección Inaugural" del curso el día 17 de enero de 2008 en la misma Universidad.

Entonces, un grupo de 67 Profesores y centenares de alumnos, entre los que se incluía la Facultad de Ciencias Físicas en pleno, lanzó un manifiesto rechazando la venida de Benedicto XVI por motivos de autonomía universitaria. En su escrito se transcribían algunos párrafos que había pronunciado en 1990 el entonces Cardinal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe, en la misma Universidad sobre el caso Galileo.

Aunque la prensa ya se ha hecho eco del evento y se han publicado tanto el documento de los 67 Profesores como el discurso que envió Benedicto XVI para su lectura en la Universidad de La Sapienza, vamos a transcribir aquí algunos párrafos del discurso del Cardinal Ratzinger de 1990 que tanto había irritado a los Profesores de La Sapienza, al considerarlo un mensaje de intolerancia de la Iglesia Católica para con Galileo.

Discurso del Cardinal Ratzinger "La crisis de la Fe en la Ciencia". Marzo de 1990. Universidad de La Sapienza.

“La cuestión de los límites de la Ciencia y los criterios que estos tienen que cumplir son inevitables. Un caso particularmente notable, en mi opinión, es el modo diferente como se ha tratado el caso Galileo. Este episodio que tuvo muy poca relevancia en el siglo XVIII fue elevado a la categoría de mito por la Ilustración en el siglo XIX. Galileo apareció como una víctima del oscurantismo medieval que dominaba en la Iglesia. El bien y el mal se podían distinguir muy claramente. Por un lado se encontraba la Inquisición, un poder que encarnaba la superstición y era opuesto a la libertad y a la conciencia. Por el otro lado la ciencia natural representada por Galileo: la fuerza del progreso y liberación de las cadenas de la ignorancia que mantiene impotente a la humanidad delante de la naturaleza. La estrella de la modernidad resplandecía en la noche de la oscuridad medieval”.

“Hoy las cosas han cambiado. Según Ernst Bloch el sistema heliocéntrico -lo mismo que el geocéntrico- están fundados en presupuestos que no pueden ser probados empíricamente. Entre ellos un papel muy importante juega la afirmación de la existencia de un espacio absoluto, opinión que ha sido cancelada por la Teoría de la Relatividad. Bloch lo explica con las siguientes palabras:”

”Desde el momento en el que el movimiento, con la abolición del presupuesto de un espacio vacío e inmóvil, no se produce hacia algo, sino que se da solamente en movimiento relativo de los cuerpos entre si, y por consiguiente la medida del movimiento depende en gran manera de la elección de un cuerpo que sirva de punto de referencia, en este caso, ¿no es meramente la complejidad de los cálculos lo que hace impracticable la hipótesis geométrica? Entonces como ahora uno puede suponer que la tierra está fija y que sol se mueve”.

”Curiosamente fue precisamente Bloch con su marxismo romántico uno de los primeros en oponerse al mito Galileo, ofreciendo una nueva interpretación de los hechos. La ventaja del sistema heliocéntrico frente al geocéntrico, sugirió Bloch, no consiste en una correspondencia mayor con la verdad objetiva, sino solamente en el hecho de que ofrece una facilidad más grande de cálculo”.

“En este punto Bloch sigue una concepción moderna de la ciencia natural. Lo que es sorprendente es la conclusión a la que llega: "Una vez que se acepta la relatividad del movimiento, un sistema de referencia humano y cristiano no tiene derecho a intervenir en cálculos astronómicos y sus simplificaciones heliocéntricas; y sin embargo, tiene derecho a permanecer fiel a su método de presentar la tierra en relación a la dignidad humana, y ordenar el mundo con respecto a lo que sucederá y a lo que ha sucedido en el mundo".

”Si ambas esferas de conocimiento se distinguen entre sí en sus respectivas facetas, reconociendo ambas sus límites y sus derechos, entonces el juicio sintético del filósofo agnóstico Paul Feyerabend aparece mucho más drástico. Escribe: "La Iglesia en tiempo de Galileo fué mucho más fiel a la razón que el mismo Galileo, y también tuvo en cuenta las consecuencias éticas y sociales de la doctrina de Galileo. Su veredicto contra Galileo fue racional y justo, y el revisionismo puede ser solamente legitimado por un oportunismo político".

Desde el punto de vista de las consecuencias concretas del punto de inflexión que Galileo representa, C. F. Weizsaecker da un paso adelante cuando él identifica "un camino muy directo" que va desde Galileo a la bomba atómica”.

“Con gran sorpresa de mi parte en una interviu reciente sobre el caso Galileo no se me preguntó una cuestión como: "¿Porqué la Iglesia no intentó entrar en el desarrollo de la ciencia moderna?", sino más bien en la pregunta opuesta: "¿Porqué no tomó una posición más clara contra los desastres que seguirían inevitablemente una vez que Galileo abrió la caja de Pandora?" Aquí he querido recordar un caso sintomático que prueba hasta qué punto las dudas de la modernidad sobre si misma han crecido hoy en la ciencia y en la tecnología”.

La "historia verdadera" del heliocentrismo en PHYSICS TODAY

Los 67 Profesores de La Sapienza que boicotearon la actuación de Benedicto XVI no tuvieron en cuenta las palabras de Feyerabend aclarando la situación real de la ciencia en tiempo de Galileo y se apoyaron en la visión moderna y en la visión moderna del mito de Galileo para rechazar la postura "anticientífica" de la Iglesia Católica y su representante.

Precisamente en el número de Diciembre de 2007 de la revista Physics Today (páginas 48-52) ha aparecido el artículo The Copernican Miths, escrito por el Profesor de Física Mano Singham, donde, independientemente de la intervención de Benedicto XVI, se narra la historia real de la revolución copernicana hecha por los centros de poder científico y religioso, que es muy diferente de la interpretación popular que se ha dado al caso de Galileo, pero más interesante.

Steve Weinberg llamó a esta versión popular que se lee todavía en los libros de texto y en los medios de comunicación la "historia envasada" (the potted history). Como complemento a las afirmaciones de Ernst Bloch y Paul Feyerabend que recoge el Cardinal Ratzinger, resumimos algunos párrafos del artículo de Singham.

El mito de Copernico

El autor comienza por desmitificar a Copérnico porque había destronado al hombre del lugar privilegiado que tenía en el centro del Universo que ocupaba la tierra y también el hombre en la cosmología ptolemaica. Influenciado por este mito, Carl Sagan había afirmado que el copernicanismo era la primera humillación del orgullo humano. Y, sin embargo, la idea de Copérnico era lo contrario: liberar al hombre del centro del Universo, donde estaba acumulada la suciedad y donde dominaba la rigidez de movimiento.

La hipótesis heliocéntrica por el contrario colocaba al hombre más cercano a los cielos y además recuperaba el movimiento. También Aristóteles suponía la tierra en el centro del Universo, no porque ella fuese el centro, sino porque los cuerpos caían hacia el centro y por eso la tierra estaba compuesta de todos los cuerpos que tienen masa. Como dice Thomas Kuhn explicando a Aristóteles: "Puesto que el Universo y la Tierra tienen el mismo centro, por eso los cuerpos celestes se mueven hacia el centro de la tierra".

Ventajas e inconvenientes del modelo copernicano

La mayor parte de las objeciones contra el sistema de Copérnico venían de las comunidades de astrónomos, no de la Iglesia. Por ejemplo, si la tierra está en movimiento, ¿cómo puede caer un objeto que se tira hacia arriba en el mismo punto? Y si la tierra no está en el centro del Universo, ¿cómo pueden caer los cuerpos pesados hacia el centro de la Tierra?

Los astrónomos estaban divididos: Los que aprobaban el modelo heliocéntrico para hacer los cálculos sobre las órbitas de los planetas y mantenian que la tierra giraba alrededor del sol, y los que seguían utilizando los epiciclos de Ptolomeo para calcular las órbitas y defendían que la tierra estaba en el centro del Universo. Cuando Copérnico acabó de añadir círculos a las órbitas de los planetas según su modelo heliocéntrico, sus resultados fueron tan exactos como los de Ptolomeo, pero no fueron mejores. Copérnico fracasó en el problema de los planetas.

Los sucesores de Copérnico siguieron utilizando su modelo, pero disponían de medidas más exactas y fiables, tales como las tablas de Tycho Brahe, que sirvieron para que Kepler introdujese la hipótesis de las órbitas elípticas en vez de circulares, como habían defendido Ptolomeo, Copérnico y Ticho Brahe.

Sin embargo, las órbitas elípticas exigían que las distancias al sol y las velocidades cambiasen continuamente y no existían unas leyes del movimiento que explicasen el cambio. Fue en 1687, cuando Newton propone las leyes del movimiento y de la gravitación universal, cuando se abandonan definitivamente por los astrónomos los cálculos engorrosos basados en los epiciclos de Ptolomeo.

¿Rechazó la Iglesia el giro copernicano?

Copérnico no tenía que temer de las autoridades eclesiásticas. El mismo era un clérigo y dedicó su libro "De Revolutionibus" (1543) al Papa Pablo III: con una carta aclaratoria de por qué había sido forzado a escribir el libro: predecir las posiciones de los planetas. El libro fue leído y enseñado durante más de 60 años en las Universidades Católicas más prestigiosas de toda Europa.

Aunque el libro de Copérnico fue ignorado por las autoridades eclesiásticas durante muchos años, empezó a tener oposición en los círculos protestantes por las aparentes contradicciones entre las ideas de Copérnico y los libros de las Escrituras. Por ejemplo, la hipótesis de una Tierra que se mueve alrededor del sol chocaba con algunos textos de la Biblia, como el de Josué. También a los teólogos se les presentaban graves objeciones sobre la caída y salvación de otros seres inteligentes que pudieran vivir en otros planetas. ¿Se extendía la salvación a todos los seres del Universo?

Otra fuente de objeciones rechazaba el modelo copernicano por razones sociológicas: el hombre había sido desposeído de su papel de rey de la creación y humillado quitándole de su pedestal. Los protestantes empezaron a atacarle con las armas de la Biblia y los católicos, por evitar las críticas de los protestantes, también endurecieron sus acusaciones por motivos escriturísticos.

Las Iglesias protestantes acabaron rápidamente sus críticas cuando el copernicanismo se afianzó teorética y experimentalmente, sobre todo después de la aparición de los "Principia" de Newton, pero la Iglesia Católica, debido a su burocracia trató más tiempo en aceptarlo. La prohibición de Copérnico permaneció hasta 1822 y su obra permaneció en el Índice hasta 1835. Por fin, en 1992, el Papa Juan Pablo II levantó el edicto de la Inquisición contra Galileo.

La "ciencia verdadera" del copernicanismo ayuda a comprender la "ciencia envasada" del caso Galileo

El artículo de PHYSICS TODAY trata de la recepción del heliocentrismo en las comunidades de astrónomos y teólogos, y el discurso del Cardinal Razinger habla sólo del caso Galileo. La acusación de los 67 Profesores está centrada en el mito Galileo ("historia envasada"). ¿Se puede responder a estas acusaciones con la "historia verdadera" del copernicanismo? Basta con analizar el proceso de recepción del copernicanismo durante los años en que vivió Galileo.

Señalemos los aspectos científicos, filosóficos y teológicos. Como dice Kuhn, los resultados numéricos sobre las órbitas de los planetas no fueron mejores con el modelo de Copérnico que con el de Ptolomeo. Tampoco la introducción de las órbitas elípticas (que Galileo no aceptó) fueron suficientes para afianzar el heliocentrismo, y el argumento del principio de relatividad entre sistemas inerciales (que ya había propuesto Galileo) nos dice que, al menos cualitativamente, ambos sistemas -heliocentrismo y geocentrismo- son equivalentes.

Desde el punto de vista filosófico, las ideas sobre la Tierra en el centro del Universo acentuaban la dignidad de la persona humana, aunque también se encuentran valores espirituales en la hipótesis de una tierra girando alrededor del Sol.

La interpretación literal de la Escritura era más favorable al sistema de Ptolomeo, pero la carta de Galileo a Cristina de Lorena y el libro de Paolo Foscarini se aproximaban más a un acuerdo entre la doctrina de Copérnico y la Escritura.

Estos argumentos sirven para reforzar la postura de Ernst Bloch de que en el tiempo de Galileo las dos doctrinas - la de Ptolomeo y la de Copérnico- eran igualmente defendibles y de que la Iglesia en el caso Galileo, según Paul Feyerabend, fue mucho más fiel a la razón que el mismo Galileo.

Miguel Lorente Päramo es Catedrático Emérito de Física teórica de la Universidad de Oviedo y miembro de la Cátedra de CTR

11 de febrero de 2008

La Pugna entre Secularismo y Religion

¿Se puede hablar de un retorno de la religión en las sociedades secularizadas? ¿Estamos ante un fenómeno pasajero o ante un cambio de fondo, como si la cruzada del presidente Bush encontrara eco en Europa?

La conversión de la lucha antiterrorista en conflicto de civilizaciones ha retornado a las religiones todo su protagonismo. El concepto de civilización otorga a la religión el carácter de elemento identitario determinante. "No conozco civilización -dijo Sarkozy en Riad- que no tenga raíces religiosas", una cachetada al estado laico francés.

La pugna en Francia

El 20 de diciembre de 2007 Nicolás Sarkozy pronunció un discurso en Roma, en el Palacio de San Juan de Letrán. "Un hombre que cree"-dijo el presidente francés- "es un hombre que espera. Y es del interés de la República que muchos de sus hombres y de sus mujeres esperen". Sarkozy parecía dar la razón a aquellos que piensan que la religión se justifica por su utilidad, por su habilidad para preparar a los ciudadanos para asumir resignadamente los avatares y las pruebas a que les somete un mundo paradójico. Pero el presidente iba más lejos: "una moral laica corre siempre el riesgo de agotarse cuando no está adosada a una esperanza que colme la aspiración al infinito".

Y remató el ataque a la cultura laica con estas palabras: "En la transmisión de los valores y en el aprendizaje de la diferencia entre el bien y el mal, el maestro no podrá reemplazar nunca al cura o al pastor, aun siendo importante que se les acerque, porque siempre le faltará la radicalidad del sacrificio de su vida y el carisma de un compromiso conducido por la esperanza". Sarkozy disparaba directamente contra la institución esencial de la laicidad republicana: la escuela.

La pugna en Turquía

Al grito de "¡Turquía es laica y seguirá siéndolo!", unas 100.000 personas protestaron (foto) esta semana en esta ciudad contra la enmienda constitucional aprobada por el Parlamento turco que permitirá el uso del velo islámico en las universidades, por considerar que es un paso hacia la imposición de la sharia (ley islámica) en el país.

La prohibición del uso del velo en las universidades, uno de los pilares del estado laico en Turquía, se quebró definitivamente en el Parlamento de Ankara. El Gobierno del islamista moderado Recep Tayyip Erdogan sacó adelante, con el apoyo de un partido ultranacionalista, una revisión de la Constitución que acaba con el veto en los campus a las alumnas que cubren su cabeza con el pañuelo islámico, práctica que secundan dos de cada tres mujeres turcas. La prohibición del velo sigue vigente para profesoras y funcionarias.

La poderosa elite que defiende a ultranza una Turquía laica, por el contrario, afirmó que la reforma es un primer paso para imponer medidas similares en la administración pública y en otros niveles educativos (en los que el velo sigue estando prohibido), y para socavar el sistema de gobierno laico, fundado por Mustafa Kemal Ataturk, en 1923.

En un país en el que el 99 por ciento de la población es musulmana, la oposición laica, que incluye al ejército, jueces y dirigentes universitarios, también teme que tras esta reforma las mujeres empiecen a recibir presiones para usar el velo. "Las cabezas de muchas niñas jóvenes son afeitadas por sus hermanos para obligarlas a utilizar el velo", denunció Baytok, cuyo partido informó ayer que apelará la medida ante la Corte Constitucional. Por su parte, las autoridades universitarias, advirtieron que el uso del velo podría generar enfrentamientos en los campus.

La pugna en Inglaterra

Unas declaraciones del arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, han desencadenado una intensa polémica en el Reino Unido. Williams propuso esta semana que el ordenamiento jurídico británico incorporase la ley islámica, la sharía, para mejorar la relación con los musulmanes. El arzobispo intervenía, así, en el debate acerca del sistema multicultural británico, agudizado tras los atentados de Londres. Frente a las voces que proponen revisar los rasgos más acusadamente comunitaristas, Williams sugiere llevarlos hasta sus últimas consecuencias.

La posición del arzobispo es un error. Los Estados democráticos contemporáneos se construyeron sobre la base del fuero territorial de la ley, opuesto al fuero personal que regía en las sociedades estamentales. La creciente hostilidad contra los musulmanes en el Reino Unido tendría que combatirse con instrumentos políticos, esforzándose en deshacer la injusta e inaceptable equivalencia entre islam y terrorismo. En lugar de recurrir a esos instrumentos, lo que Williams propone no es sólo una modificación legal, sino una transformación de la concepción de la ley en el sistema democrático. Una sociedad de ciudadanos no es compatible con un ordenamiento jurídico en el que cada grupo social o de creyentes se rija por sus propias normas, como si fuese un sistema de castas.

En cualquier caso, las declaraciones del arzobispo de Canterbury parecen inspiradas por el deseo de preservar la situación de privilegio de la Iglesia anglicana más que por benevolencia hacia la comunidad musulmana. Suenan a alianza táctica entre creyentes, apoyada en razones semejantes a las que el papa Ratzinger adujo en su día para condenar las caricaturas de Mahoma publicadas por el diario danés Jylland-Postens. La fragilidad de esta alianza -que, sin embargo, puede provocar un grave deterioro del sistema democrático- se demostró en el discurso de Ratisbona, con el que Ratzinger irritó a los seguidores del islam.

La respuesta del Gobierno de Gordon Brown no ha sido tan contundente como cabría esperar. Puede que el motivo último de esta tibieza resida en la confesionalidad del sistema político británico. Proclamar la separación entre la religión y el Estado afectaría no sólo a los musulmanes, sino también a la Iglesia anglicana.

¿Qué es un país laico?

Un Estado en que las iglesias no puedan determinar la acción del poder político, pero en las que el poder político no pueda intervenir sobre las iglesias, salvo en el caso en que éstas desafíen a la ley con el delito. Y, por supuesto, nunca en cuestiones de teología y principios doctrinales.

Las religiones son inefables -se sitúan fuera de toda posibilidad crítica-. Las religiones pretenden tener la exclusiva de la verdad e imponérsela a todos los hombres. "¿Qué puedo hacer para que otros se salven y para que surja también para ellos la estrella de la esperanza?", es una pregunta imperativa que el Papa Ratzinger hace en la encíclica Spe Salvi. Las religiones entienden que la legitimidad del poder emana de Dios y no de los hombres. Estas tres características las hacen incompatibles con las bases del sistema democrático. Por eso deben mantenerse al margen de las decisiones políticas. La coartada religiosa no es argumento para saltarse las leyes democráticas.

Christian Gadea Saguier via Los Arquitectos.

8 de febrero de 2008

The Matrix - Falta poco para la version 1.0 REAL

second-life Hace ya unos años un amigo mío MUY Geek me puso en conocimiento de "There" donde había un mundo paralelo y él "trabajaba" haciendo cosas y las vendía por dinero REAL. Además interactuaba con gente, tenía su casa, un bar donde ponía música y volaba recorriendo los alrededores. Por curiosidad entré y me espanté al ver el realismo que tenía. Esto ha crecido en el tiempo en sofisticación y realismo. Ya son varios los modelos de realidad virtual (second life, entre otros) y hay gente superadicta que prefiere esa realidad de fantasía e idealismo al mundo real repleto de miserias. ¿Cuánto falta para que lo visto en la película The Matrix se haga realidad?

Aqui Second Skin

Benedicto XVI "El Infierno Existe"

angelesdelinfierno El Papa asegura que el castigo eterno ocurre en un lugar que no está vacío, contradiciendo a Juan Pablo II

El papa Benedicto XVI ha asegurado que el infierno existe y no está vacío. No es anuncio nuevo, en 2007 ya mencionó la existencia del infierno como lugar, algo que su antedecesor, Juan Pablo II, había rechazado. El Papa, durante un encuentro mantenido con párrocos romanos con motivo del inicio de la Cuaresma, ha mandado un mensaje a los fieles: la salvación no es inmediata ni llegará para todos, por eso ha querido destacar la posibilidad real de ir al infierno, según informa el diario italiano La Repubblica. Uno de los primeros defensores de esta hipótesis, que el infierno estuviese vacío, fue el teólogo suizo Urs Von Baltasar, buen amigo de Benedicto XVI. Y el Papa lo ha reiterado de manera categórica en su encuentro con los párrocos, "el infierno existe".

url"El infierno, del que se habla poco en este tiempo, existe y es eterno", dijo el Pontífice romano el paado abril de 2007. Una idea que es contraria a lo que defendió el anterior Papa, el polaco Juan Pablo II, durante su pontificado. Juan Pablo II corrigió el concenpto tradicional del infierno, fue en verano de 1999, cuando hubo cuatro audiencias para hablar sobre el ciero , el purgatorio, el infierno y el diablo. "El cielo", dijo entonces, no es "un lugar físico entre las nubes". El infierno tampoco es "un lugar", sino "la situación de quien se aparta de Dios". El Purgatorio es un estado provisional de "purificación" que nada tiene que ver con ubicaciones terrenales. Y Satanás "está vencido: Jesús nos ha liberado de su temor".

Retomar viejas discusiones

Otro sacerdote le ha preguntado sobre la necesidad de la Iglesia de retomar discusiones sobe el pecado, el infierno o la vida después de la muerte. El Papa ha querido dejar claro sobre estos temas que la salvación no está garantizada. ''No todos nos presentaremos iguales al banquete del Paraíso'' por eso, ha dicho, serán muchos los que tengan que purificarse "para afrontar el Juicio Final".

El Papa ha pedido a los fieles no sólo ayuno de comida sino también de palabra y de escuchar y ver medios de comunicación. "Se necesita un ayuno de imágenes y palabras. Tenemos la necesidad de un poco de silencio".

Benedicto XVI ha explicado que necesitaría "un semestre de teología" para responder a todas las preguntas que tenían los párrocos.

via el Pais.com

3 de febrero de 2008

La Biblia contradice peligrosamente a la Constitución

Constitucion_de_1978 En Alemania una discusión familiar termina con el apuñalamiento de un joven de 22 años a manos de su propio padre, éste, gran conocedor de la Biblia la tomaba en serio palabra por palabra y debido a que queria que toda la familia viviese como se indica en la Biblia, el joven no aceptó la imposición, discutieron y murió.

Lo interesante es que lo que el padre ha hecho, en realidad es algo justificado desde el punto de vista de la Biblia. Aunque nos parezca imposible, lo dice el Deuteronomio, capítulo 21: «Cuando uno tenga un hijo indócil y rebelde, que no obedece a la voz de su padre ni la de su madre, y aún castigándole no les obedece, lo cogerán su padre y su madre y lo llevarán a los ancianos de su ciudad, y a la puerta de ella dirán a los ancianos de la ciudad: Este hijo nuestro es indócil y rebelde y no obedece a nuestra voz; y lo lapidarán todos los hombres de la ciudad, y habrá de morir. Así quitarás el mal de en medio de ti.» Esto está en la Biblia y es la pedagogía del Antiguo Testamento, la misma que se contradice totalmente con la Constitución, lo que es en absoluto insostenible.

Según estas radicales enseñanzas también los adúlteros y homosexuales han de ser lapidados y matados según estas instrucciones, (Levítico, 20, 10): «Si uno se acuesta con otro como se hace con mujer, ambos hacen cosa abominable y serán castigados con la muerte; caiga sobre ellos su sangre.»

La pregunta que muchos conocedores de la Biblia a lo largo de la historia y tambien en la actualidad se hacen es si éste libro sangriento y amenazante no es en gran medida un peligro para todo aquel que se salga del redil y en especial para la juventud y hasta que punto no debería incluirse entre los más peligrosos para los menores. En las leyes de protección de menores esta escrito, por ejemplo, que es dañino y se debería prohibir a los jóvenes todo lo que embrutezca o induzca a la violencia, a cometer delitos o al racismo. Con mucha facilidad se puede deducir cuán violenta es la Biblia y cuanto induce al odio, al homicidio en masa y al genocidio.

Para la Institución eclesiástica la Biblia, tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento, está inspirada palabra por palabra por Dios. Textualmente, el Concilio Vaticano segundo del año 1965, dice: «En base a la fe apostólica, para nuestra Santa Madre Iglesia tienen validez de igual modo tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento en su totalidad y con todos sus detalles como santos y canónicos, porque han sido escrito bajo la obra del Espíritu Santo.» Y además dice: «Como por lo tanto todo lo que han escrito los autores inspirados viene de boca del Espíritu Santo, se puede deducir de los libros y escritos que ellos enseñan la verdad fielmente y sin equivocación.»

Cúan preocupados deberian estar los padres si las Biblias fueran sacadas de las estanterias y puestas encima de la mesa al alcance de los jovenes e incluso leida por estos. No cabe duda de que ese libro contiene pasajes muy luminosos, como por ejemplo los Diez Mandamientos de Moisés y el Sermón de la Montaña de Jesús de Nazaret, pero además es un libro que contiene pasajes tan sangrientos como ningún otro, en el que se predica el genocidio, el racismo y el antisemitismo, la pena de muerte a los adúlteros, más aún, incluso la matanza de niños. Y todo esto se pone en la boca de Dios y de algunos profetas como Moisés.

En la Biblia se dice que cuando Moisés regresó del Sinaí y vio que el pueblo estaba bailando en torno del becerro de oro, no es que advirtiera al pueblo, sino que pasó por el campamento llamando al genocidio. Él espoleaba a sus cabecillas, id al campamento de un lado al otro, de una puerta a otra, y matad también a vuestro propio hermano, amigos y familiares. Los levitas hicieron como les ordenó Moisés y ese día murieron 3000 personas. Eso se le atribuye a Moisés, al gran profeta. No tiene lógica que justamente Moisés, que transmitió los 10 Mandamientos a los hombres y también el quinto Mandamiento «No matarás» indujera a una carnicería semejante. ¿Quien y por qué entonces se han atribuido estos pasajes a Moises siendo trasmitidos a la posteridad como palabra de Dios?

José Vicente Cobo Román

27 de enero de 2008

El mundo científico condena la intransigencia de Benedicto XVI

BEGOÑA ARCE

LONDRES

papatricornio El mundo de la ciencia ha vuelto a lamentar la actitud intolerante del papa Benedicto XVI, y la de la Iglesia católica en general, hacia el uso de preservativos y el aborto. En su último número, la prestigiosa revista médica británica The Lancet critica a Benedicto XVI por no haber modificado su posición sobre el uso de los condones como arma para frenar la expansión del virus del sida. La publicación afirma que, a pesar de haber pedido que el Consejo Pontificio sobre Cuidados Pastorales de la Salud llevase a cabo un estudio científico, técnico y moral sobre la prevención del sida, el Papa no ha variado su postura. "Este Pontífice conservador también ha reafirmado la oposición incondicional de la Iglesia hacia el aborto", opina asimismo el editorial de la publicación.

The Lancet subraya que de los 1.100 millones de católicos que hay en el mundo, no todos coinciden con las posiciones oficiales del Vaticano, ni con su intransigencia en algunos asuntos sobre ciencia y salud. "Hay muchos católicos y prelados que reconocen la importancia de los preservativos para hacer frente a la epidemia de sida y saben que 68.000 mujeres fallecen cada año a causa de abortos realizados en condiciones antihigiénicas", afirma el escrito.

EL OTRO LADO DE LA IGLESIA También cita el ejemplo de un prelado con una mentalidad muy diferente a la de Benedicto XVI. "El cardenal Carlo Maria Martini, que fue uno de los candidatos al papado en el 2005, ha apoyado el uso de los preservativos para luchar contra el sida. El cardenal también ha dicho que la legalización del aborto ha tenido el efecto positivo de reducir el número de interrupciones ilegales".

La política del Vaticano tampoco la aplican, añade The Lancet, muchos trabajadores sociales católicos que hacen un trabajo esencial en países sin recursos, distribuyendo en muchos casos preservativos, a título privado, entre pacientes infectados por el sida. "Católicos como estos nos recuerdan que ciencia y religión no son incompatibles", asegura la publicación.

CRÍTICAS DE AMNISTÍA

El Vaticano ha chocado en el pasado con algunas organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos, incluida Amnistía Internacional y varias agencias de la ONU, sobre temas como el aborto y el control de la natalidad. Benedicto XVI tiene previsto dirigirse este año a la Asamblea de Naciones Unidas, una intervención en la que podría evocar estos temas. La Unión Europea también condenó en su día la "intolerancia" de la Iglesia con respecto al uso de los preservativos, una actitud que "pone en gran peligro la vida de millones de personas".

The Lancet aboga por un acercamiento entre el frente de la ciencia y el fortín vaticano. Hay que "mantener siempre vivo el diálogo entre científicos y dirigentes católicos, tanto en las universidades como en cualquier otro lugar, aunque los científicos estén en desacuerdo con la interpretación que hace la Iglesia del mundo que nos rodea", dice. Recientemente, el Papa tuvo que cancelar un discurso en la Universidad La Sapienza de Roma por haber defendido el juicio que la Iglesia católica llevo a cabo contra el científico Galileo, al que condenó por herejía en 1663. Profesores y estudiantes acusaron al Papa de hostilidad hacia la ciencia. The Lancet opina que esta condena es excesiva y elogia que el Vaticano patrocinara en el 2006 una conferencia sobre cambio climático.

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2 de enero de 2008

La Familia Humana

image Hoy voy a hacer un ejercicio matemático sencillo y curioso. Voy a ir ascendiendo en mi árbol genealógico. Como todos los seres humanos, tengo dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, 16 tatarabuelos y así sucesivamente... Como vemos, es una serie de lo más sencilla, 2^n , donde n es el número de generaciones. De esta manera podemos calcular muy fácilmente nuestro número de ascendientes a través de las generaciones. Es decir, a través del tiempo.
Por ejemplo, vayámonos 10 generaciones atrás, a los abuelos de los tatarabuelos de mis tatarabuelos. Aplicando esta sencilla fórmula, veo que está formada por 1024 personas. Si contamos una generación cada 25 años, nos iríamos 250 años atrás. Es decir, allá por 1.750 vivían en el mundo 1024 antepasados míos que con el paso de los años tendrían un descendiente bloguero.
Ahora nos vamos un poco más lejos, 20 generaciones. Operando de la misma manera que antes, obtenemos que tengo aproximadamente un millón de ascendientes pertenecientes a la misma generación. ¡un millón! Y estamos aproximadamente solo en el año 1.500.
En el tercer y último salto que vamos a dar, retrocederemos 30 generaciones para situarnos en el año 1.250, en plena edad media. Aplicando la formulita una vez más, vemos que tenemos más de mil millones de ascendientes pertenecientes a la generación número 30. En esa época, la población mundial no llegaba a 500 millones de habitantes. Con este resultado es evidente que a medida que retrocedemos en el tiempo nuestros antepasados se van entrecruzando, resultando que en apenas 750 años todos tenemos prácticamente los mismos antepasados, todos provenimos de las mismas personas, no tan lejanas. Es decir, que si retrocedemos en el tiempo apenas siete siglos, nos encontramos con que nuestras raíces se extienden por prácticamente todo el mundo. ¿Quién pude presumir de familia, de descender directamente o ser familiar de Alfonso X, de Mendel, de Leonardo Da Vinci o de Trajano? Realmente todos. Todos tenemos sangre castellana, catalana, francesa, india, china, etíope, etc, etc, etc
Todos nosotros tenemos los mismos ascendientes, formamos parte de la misma familia. Nos separa un número despreciable de genes dentro de nuestros cromosomas, un número ínfimo. Visto esto se tornan absolutamente absurdos los localismos, los nacionalismos, las fronteras, las identidades colectivas, pues lo colectivo abarca a toda la humanidad. Todos y cada uno de nosotros somos una misma familia. Pero no en sentido figurado, sino literalmente. Todos estamos emparentados, con raíces mil veces entrelazadas. Y lo mismo pasará con nuestros descendientes. En un futuro, todos nosotros volveremos a estar de nuevo emparentados. Con absoluta certeza puedo decir que Blanca, Animal, Dardo o yo mismo tenemos muchos ascendientes comunes, y tendremos descendientes comunes. Si viviéramos lo suficiente nos reuniríamos para conocer a nuestros tatatatataranietos comunes, sangre de nuestra sangre. Sangre de nuestra sangre, es decir, de toda la humanidad. Cada persona que nos encontramos por la calle, en el parque, el metro, todos los que vemos en la tele o escuchamos por la radio, todos los autores de blogs y compañeros de trabajo son nuestros primos lejanos, y serán consuegros lejanos. Absolutamente todos. La familia humana.

En nombre del Dios vengador

image La rigidez moral de los 'cristianos renacidos' se manifiesta en toda su virulencia en las Hell Houses del sur de EE UU, que exhiben sangre y violencia como en un filme 'gore'

BÁRBARA CELIS 16/12/2007

En Estados Unidos, salir de las grandes urbes significa entrar en el desasosegante reino de Dios. La sensación es particularmente intensa en lugares como Tejas o Colorado, donde sus áreas suburbanas consisten en un denso paisaje de autopistas flanqueadas por hileras interminables de iglesias evangelistas -abundan más que los establecimientos de comida basura, que son multitud- desde las que se lanzan mensajes apocalípticos como El fin está cerca o Arrepiéntete, Dios te llama.

En ese contexto creció Matthew Murray, el joven responsable de la matanza de feligreses en una iglesia y en un centro de jóvenes cristianos en Colorado Springs y Arvada (Colorado) hace una semana. Mató a cuatro personas y se suicidó, no sin antes dejar un reguero de mensajes amenazadores online contra la estricta religión en la que fue educado.

Murray era un cristiano renacido evangelista. Dentro de esa denominación entran unos setenta millones de estadounidenses, según el último censo. Aunque hay pequeños matices entre baptistas, miembros de las Asambleas de Dios o pentecostales, su visión del mundo es, en general, muy conservadora: rechazan el aborto, atacan la homosexualidad, condenan el sexo antes del matrimonio, niegan las teorías de la evolución y abogan por la rigidez moral haciendo primar esa visión en sus decisiones electorales.

Su peso político fue clave para le reelección en 2004 de George Bush, perteneciente a la misma religión. De ahí que los actuales candidatos se disputen con fuerza su voto con vistas a 2008. Sin embargo, la mala gestión de la guerra de Irak, el desastre de Nueva Orleans y los abusos humanitarios y legales perpetrados por la Administración de Bush han resquebrajado la cohesión política de este grupo, que ya no tiene tan claras que sus prioridades electorales sean votar republicano.

No obstante, para el sector más fundamentalista de los cristianos renacidos, al que pertenecía Murray y contra el que se rebeló antes de enloquecer, asesinar y suicidarse, la defensa de ciertos valores morales parece seguir siendo el eje central de su discurso, y entre sus armas para hacer frente a la decadencia cultural destaca el fenómeno de las Hell Houses, tan popular en Tejas como en Colorado. Se trata de la versión cristiana de las tradicionales casas del terror, esos montajes teatrales donde el conde Drácula y el hombre lobo matan de susto a los visitantes coincidiendo con la fiesta de Halloween.

En pueblos como Cedar Hill (Dallas), cada año desde hace 17, a los pies de la iglesia Trinity Church, los adolescentes de esa comunidad no se transforman en monstruos tradicionales, sino en padres que violan a sus hijas, en jóvenes que abortan y mueren desangradas y en niños enloquecidos que disparan contra sus propios compañeros de colegio.

Entre 100 y 200 parroquias construyen su versión de la Hell House anualmente -incluso se vende un kit de instrucciones por Internet precisamente desde Colorado Springs- aunque la más veterana es la de Trinity Church, principado del pastor Tim Ferguson y por donde pasan, en apenas quince días, unas 10.000 personas.

La temática tradicional de las casas del terror es sustituida por escenas de la vida real pasadas por un filtro bíblico: abortar es sinónimo de morir en la camilla; tomar drogas significa ir al infierno, y como cualquier estudiante puede perder los nervios y matar a sus compañeros de clase como ocurrió en la Columbine High School, hay que ser creyente, no vaya a ser que te peguen un tiro y aunque seas inocente te quemes en el infierno.

Al final de este viaje hardcore, el visitante se asoma al cielo, se pasea por el infierno y finalmente le llega la oportunidad de redención: uno de los pastores de Trinity Church invita a los asistentes a entrar a rezar en una sala y salvarse, o a escoger la puerta de los pecadores. El grupo de treinta personas con el que entró EL PAÍS corrió en masa después a la sala de rezos. Según Trinity Church, el 60% de los visitantes que no son evangelistas -una minoría- acaban convirtiéndose a esa religión.

"La Hell House te abre los ojos. Es una experiencia muy intensa, te muestra la realidad y te recuerda que hay que estar preparados. Nunca se sabe cuándo te va a llegar tu hora". Melissa Ramirez, de 23 años y de origen mexicano, se educó en una familia católica, pero se salvó en su adolescencia y hoy es una de las jóvenes que ayudan en la organización de la Hell House de Trinity Church, en la que se han invertido casi 40.000 dólares.

Decenas de minibuses se acercan al caer la tarde hasta allí previo pago de diez dólares por persona. Hay gente de todas las edades, incluso niños de seis años que recibirán una dosis de 45 minutos de sangre y violencia sólo comparable a una película gore. "Mostrarles violencia es bueno para ellos. Son escenas sacadas de la realidad. Muchos la sufren en sus casas o la reciben a través de la televisión. Al menos aquí hay un mensaje: ven las consecuencias de situaciones reales y aprenden a evitarlas", sostiene el pastor Brown, que ha venido de una parroquia cercana con un grupo de adolescentes de entre 12 y 14 años.

Entre las estudiantes que le acompañan está Chastity Carter, una afroamericana menuda con rostro de niña y curvas de mujer que tras el viaje se declara "muy asustada". "Tengo que ser mejor persona. No quiero que estas cosas que he visto me pasen a mí. No quiero ir al infierno, tiene una pinta horrible. Prefiero el cielo". Resulta difícil creer que con sólo doce años se sienta tan culpable. Incluso se le han escapado algunas lágrimas de angustia en escenas como la del aborto. Pero ése es precisamente el efecto que buscan las Hell Houses.

El miedo es una de las herramientas mejor utilizadas por el ala más conservadora de los evangelistas. "Nosotros nos limitamos a mostrar las consecuencias de nuestras elecciones. Pero ofrecemos la posibilidad de salvación", afirma el pastor Tim Ferguson, un hombre de rostro severo y discurso compacto que acusa a quienes no profesan su religión de no comprenderla. Pero resulta difícil no comparar su interpretación literal de la Biblia con la que los extremistas musulmanes hacen del Corán. "En el Nuevo Testamento está presente la pena de muerte. Dios mataba. Hay cosas muy radicales en la Biblia, no es todo paz y amor", afirma.

En la vida suburbial estadounidense, donde la oferta de ocio se limita a los centros comerciales, las iglesias son el epicentro de la vida social tanto para adultos como para jóvenes. No sólo hay misa: hay grupos de estudio, de apoyo a familias en crisis, librería, cafetería, guardería, y los valores cristianos lo impregnan todo. En parroquias como la de Trinity Church, los jóvenes aprenden a cambiar de canal si hay una escena de sexo en televisión y a evitar música con letras profanas como las de The Rolling Stones. La presión es muy fuerte y no todos son capaces de soportarlo. Matthew Murray, el asesino de Colorado Springs, perdió la cabeza en el intento. -