En Etiopia, enfermos ortodoxos recurren a "agua sagrada" para curar el SIDA
El 'agua sagrada' que corre en el punto más alto de Adis Abeba, junto a la Iglesia ortodoxa de Santa María, es el medio al que recurren preferentemente los enfermos de la zona, que sólo en última instancia acuden a los centros médicos.
En el monte de Entoto, más de mil afectados de sida viven con la esperanza de que sus enfermedades desaparezcan por el efecto milagroso del agua que sólo los sacerdotes autorizados pueden manipular.
Salalem Desalem, que es seropositivo y presidente de esta comunidad desde hace cuatro años, indicó a Efe que 'al principio, eran cerca de 3.000 los que formaban lo que luego se transformaría en asociación, pero el tiempo y la enfermedad' ha reducido el grupo a un tercio de lo que era.
Aún así, su fe predomina y están convencidos de que no necesitan ningún tratamiento médico para combatir el sida, tan sólo el agua sagrada que le dan en la iglesia.
'Cuando llegué a este sitio hace cuatro años apenas podía andar, me tenía que sujetar con un bastón', continuó Salalem, mientras caminaba vigorosamente hacia el lugar donde se encuentra este agua sagrada.
'Ahora -agregó- me encuentro lleno de salud y fuerza. No me hacen falta médicos. Permaneceré aquí hasta que sea la voluntad de Dios'.
Como Salalem son muchos los que acuden a la Iglesia de Santa María y renuncian a todo tipo de intervención facultativa, por miedo a que los efectos del agua sagrada desaparezcan.
Aunque el arzobispo Abuna Paulos, patriarca de la comunidad ortodoxa, mantiene que la medicina como el agua sagrada 'son ambos válidos, ya que ambos son caminos de Dios', muchos sacerdotes consideran una falta de fe recurrir a la medicina.
El personal del hospital Saint Peter, a varios kilómetros de la fuente de donde los sacerdotes extraen el agua sagrada, es conocedor de esta situación.
Por este motivo, cada pocos meses, van a la Iglesia de Santa María para informar a los muchos infectados de sida y de tuberculosis sobre sus posibilidades de tratarse en el centro.
El hospital cuenta con la ayuda del Global Fund creado en el 2002 con apoyo de la ONU y del Grupo de los Ocho países más desarrollados para luchar contra la malaria, la tuberculosis y el sida.
Gracias a su cooperación, los medicamentos normalmente inaccesibles para la mayoría de afectados, son distribuidos allí gratuitamente.
Amara Toruna, que es uno de los pacientes del hospital Saint Peter, hace seis años -con 31 años de edad- supo que tenía sida y, tras pasar varios años junto a la fuente de agua sagrada, comenzó a sentirse muy débil, y entonces decidió acudir al hospital, donde le diagnosticaron además tuberculosis.
'Estaba en una situación crítica cuando llegué', narró sonriendo, y 'empecé a tomar los medicamentos y al cabo de unos días ya me sentía mucho mejor. Sólo alguien -añadió- que ha pasado por esta enfermedad y ha sufrido sus consecuencias, sabe los beneficios de un tratamiento como éste'.
Contrariamente a lo que suele ocurrir en Occidente donde, cuando la medicina falla, se busca el milagro como último recurso, para muchos cristianos ortodoxos de Etiopía es cuando falla la fe cuando se busca el milagro de la medicina, y sólo se acude a ella como último remedio.
Terra Actualidad - EFE
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